Un buen amigo me mandó un correo con este poema de Antonio Machado. Lo comparto porque me gustó y sobre todo me emocionó lo que me escribió al final (eso me lo guardo)...Os pondré tan solo la frase final, que como me dice él, es compleja, pero totalmente cierta para mí.
De "Soledades"
XI
Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
-La tarde cayendo está-.
"En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón."
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
"Aguda espina dorada
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada."
"Yo no quiero arrancarme una espina clavada en el corazón si con ello dejo de sentirlo aunque tampoco me gusta tenerla ahí clavada."
Mari Carmen
Mari Carmen
Un abrazo grande.
ResponderEliminarBesos
¡Hola Mari Carmen! las espinas forman parte de las rosas, con el tiempo se irán limando, seguirán en tu corazón pero ya no te causarán ahogo, simplemente un suspiro prolongado...
ResponderEliminarBesitos
Un abrazo Cantares!!1
ResponderEliminarAlondra, poco a poco se irá suavizando y seguro las espinas dolerán menos.GRACIAS!