miércoles, 18 de agosto de 2010

ALGUNA LÁGRIMA...


("Martes con mi viejo profesor" de MITCH ALBOM)

"Pregunté a Morrie si sentía lástima de sí mismo.
-A veces, por la mañana- me dijo. Es entonces cuando me lamento. Me palpo el cuerpo. Muevo los dedos y las manos, en la medida en que todavía puedo moverlos, y deploro lo que he perdido. Deploro el modo lento e insidioso en que me estoy muriendo. Pero, a continuación, dejo de lamentarme.
-¿Así de fácil?
-Me permito un buen llanto si lo necesito. Pero después me concentro en todas las cosas buenas que me quedan en la vida. En las personas que vienen a verme. En las anécdotas que voy a oir. En tí si es martes. Porque somos personas de los martes.
Sonreí. Personas de los martes...
...Sólo es horrible si lo consideras así-dijo Morrie-Es horrible que mi cuerpo se va consumiendo lentamente hasta quedarse en nada. Pero también es maravilloso, por todo el tiempo de que dispongo para despedirme. No todos tienen tanta suerte- añadió con una sonrisa."

Estoy convencida que para Jose fue una SUERTE disponer de un año completo para "despedirse", al menos así lo trasmitía...

La impotencia de sus limitaciones, solo la demostró una vez, al principio, cuando le costaba andar...Recuerdo que fue una de las pocas veces que le vi derrumbarse...del todo.

Recordar ahora esas lágrimas de rabia y de impotencia todavía duele, y es que pensando ahora, creo que lo más difícil para él fue el principio. A pesar de su entereza y de su fuerza, sabía lo que se le venía encima...y para nadie, por fuerte que sea, es fácil aceptar que todo se va a acabar...y encima poco a poco, como si fuera un camino de rosas atravesar cada etapa de la enfermedad...

Pero, sí, logró atravesar cada etapa como el viejo profesor, consiguió quedarse con todo lo bueno, y hubo pocas cosas que lograran impedirselo.

Sé que cada parte de su cuerpo que dejaba de mover, le dolía, le dolía en el alma...pero él sonreía...y callaba.
Si pude notar esa impotencia, fue cuando sus manos ya perdieron toda movilidad...SUS MANOS. Se pasaba horas mirándolas, intentando moverlas sin resultado, pensando que hacer para poder abrirlas, para que no se cerraran solas... El peor recuerdo. quizá, sea ese...Cuando cierro los ojos, aún hoy, veo sus manos, inmóviles, frágiles. deseosas de acariciar, de coger...o simplemente de señalar...Y su mirada en ellas, con la impotencia presa en su corazón, esa mirada de tristeza que sigue poniendome los pelos de punta recordarla...SUS MANOS, la parte de su cuerpo que más añoraba mover...

Pero era fuerte...y aceptaba...y sonreía...y decía que tenía suerte...y callaba...Seguía contemplando SUS MANOS...y seguía dando gracias a la VIDA..y a Dios. Yo....NO.

Mari Carmen.

4 comentarios:

  1. Que duro Mari Carmen, que duro, yo no sé si es mejor tener un año para despedirse,no soy capaz de opinar porque lo que diría es que si las despedidas suponen todo éste dolor, no las deseo para alguien que tanto quiero, pero habría que estar en su lugar para saber que sería lo mejor para él. Sé que también es duro que se te queden cosas pendientes de decir porque no supiste que se iba, ese fue mi caso, creo que eso es también el motivo de que no nunca le haya dicho adios, creo que él si lo sabía y calló, eso me duele aún más, saber que lo sufrió en silencio.
    Hemos tenido compañeros valientes querida amiga, eso nos tiene que llenar de orgullo, un motivo para seguir adelante, si ellos fueron valientes nosotras no podemos flaquear.
    Un abrazo amiguita

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  2. Es fuerte lo que contas, me deja sin palabra alguna.

    Desde una habitacion en la joven Buenos Aires te dejo un beso

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